Publicado 25 noviembre 202
La violencia doméstica no es nueva en el valle de Yakima, tampoco en la comunidad latina, y esto lo saben organizaciones locales que trabajan en el tema.
“Desde que terminó la pandemia hemos tenido un aumento de 30 por ciento en las llamadas de personas que buscan nuestros servicios y piden protección. Cada mes tenemos 17 peticiones de órdenes de restricción emitidas por la corte y sabemos que estos números están subiendo”, mencionó Dani Aguilar, coordinadora de alcance comunitario de la Asociación de Mujeres Jóvenes
Cristianas de Yakima (Young Women Christian Association, YWCA).
Actualmente, la YWCA en Yakima administra un refugio de emergencia que tiene 14 habitaciones y 44 camas para las víctimas de la violencia doméstica y sus hijos, así como 16 unidades de vivienda de transición que van de una a tres habitaciones.
“Nuestros refugios están al límite de su capacidad y mantenemos una lista de espera”, mencionó Aguilar.
La YWCA además cuenta con asesores legales y consejeros que guían a las víctimas para denunciar su situación ante las autoridades, poner una orden de restricción y recibir apoyo de salud mental en el proceso.
Pero también trabaja en la prevención, imparte talleres educativos.
“Nuestro equipo ofrece sesiones de formación para toda la población y organizaciones para aprender más sobre la violencia doméstica, la crisis familiar y el impacto que tiene en nuestra comunidad. Compartimos información sobre nuestros servicios con agrupaciones y empresas, proporcionamos materiales como carteles y folletos. Ofrecemos educación y concientización. Hacemos presentaciones en instituciones sociales, educativas, e instalaciones médicas y compartimos información en ferias de recursos familiares y de salud en la comunidad”, explicó Aguilar.
ELLA, una organización creada en septiembre de 2021, se centra en la educación sobre violencia doméstica y otros temas para empoderan a la mujer.
ELLA (Empowering Latina Leadership & Action, Empoderando el Liderazgo y la Acción de la Latina) en Yakima, fue organizada para abordar las disparidades que experimentan las mujeres, sobre todo latinas, en el lugar de trabajo y la comunidad en el condado de Yakima, dijo su directora María Fernández.
Fernández trabajó de 2018 a 2021 en el programa Domestic Violence Housing First de la Universidad Estatal de Michigan bajo la investigadora Dra. Cris Sullivan, dijo. El programa realizó un estudio sobre el acceso de sobrevivientes de violencia doméstica a servicios y recursos proporcionados por organizaciones de violencia doméstica en los condados de Yakima, Grant y King.
“Como parte de un equipo de cuatro entrevistadores en Yakima, realizamos entrevistas a unos 150 sobrevivientes de violencia doméstica y encontramos que hay desventajas y malos tratos para las mujeres inmigrantes y de color. Y ahora ofrecemos capacitaciones para erradicar esos problemas y humanizar a las personas que están ahí, para ofrecer ayuda a las víctimas que ya tienen suficiente dolor y trauma por los abusos que han sufrido”, explicó.
Fernández señaló que ELLA ofrece talleres para educar a las mujeres para protegerse y también para profesionistas que trabajan en organizaciones que ofrecen ayuda a víctimas.
Dijo que sus principales iniciativas consisten en enseñar a las latinas a identificar las señales de alarma de abusos y aprender a defenderse por sí mismas. También ofrecen cursos de desarrollo personal y profesional.
“Actualmente, tenemos una serie de seis clases sobre cultura, historia, identidad y el poder de las chicanas/latinas. Los cursos tienen como objetivo proporcionar a mujeres el empoderamiento a través del conocimiento de nuestras históricas mujeres indígenas sanadoras y guerreras; la comprensión y el tratamiento de la misoginia y machismo en el hogar, el lugar de trabajo y la comunidad; rompiendo mitos y estereotipos impuestos, desafiando roles y normas sociales, culturales y religiosas, y proporcionando una red de apoyo para las latinas”, detalló.
De acuerdo con Fernández y Aguilar, la violencia doméstica es el uso de la coacción o fuerza física, sexual, psicológica y financiera para establecer y mantener el control sobre la pareja.
“Estos comportamientos son repetidos por generaciones, la violencia aumenta en frecuencia y severidad. No desaparece, y la muerte, ya sea de la víctima, del agresor, de los hijos, de los amigos o de los familiares, es siempre una posible consecuencia. Desgraciadamente, estas formas de conducta ya se han normalizado en nuestras comunidades”, dijo Aguilar.
La violencia doméstica intrafamiliar no es solo causada por el consumo de alcohol o drogas, la ira, el estrés, el desempleo o las enfermedades mentales, señaló Aguilar. “Pero estos factores sí aumentan las tendencias abusivas, y muchas víctimas no las detectan, incluso las justifican porque ya es algo normal”, dijo.
Fernández dijo que “estos comportamientos no son causados por las víctimas, como los abusadores quieren hacer creer, porque así los perpetradores obtienen el control sobre las mujeres o personas vulnerables, y los utilizan para oprimir a su(s) víctima(s)… Las victimas no se dan cuenta porque son conductas que han visto en sus hogares o comunidades por generaciones y tristemente justifican esta violencia silenciosa”, subrayó.
por America Barceló-Feldman para El Sol de Yakima
